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Hacia el sur, el último film de Laurent Cantet
article [ Society ]
Cristina Civale / www.trovarelamerica.org

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by [NMP ]

2006-08-31  | [This text should be read in espanol]    | 






Este artículo ha sido publicado originalmente en
www.trovarelamerica.org
por Cristina Civale.



Primero fue el mundo del trabajo (Recursos humanos), luego las relaciones familiares (El empleo del tiempo), y ahora es el turismo sexual el tema que el director Laurent Cantet aborda en su última película, Hacia el sur. Cambia a los protagonistas masculinos por los femeninos y construye una historia sencilla con un trasfondo que incomoda y nos deja un mal sabor de boca interesante. Ellen (la siempre deliciosa Charlotte Rampling) y Brenda (Karen Young) representan dos maneras diferentes de reconocer la desagradable debilidad del turismo sexual, compartida por un gran número de hombres y mujeres. Brenda es la opción romántica, la que sueña con un enamoramiento verdadero en lo que sólo es necesidad por ambas partes. Ellen, mayor en edad y entendimiento, prefiere reconocer lo simple del trueque y conformarse con lo que se le ofrece, lo que no evitará momentos de debilidad que pueden trastocar el orden establecido...

Hacia el sur se apoya en el trabajo de sus actrices, que responden con grandeza al desafío, y no sólo nos referimos a las dos citadas protagonistas, sino también a una secundaria de lujo, Louise Portal, que quizá recuerdes por su papel en Las invasiones bárbaras. Es la opción de su personaje, Sue, tal vez la más lograda, la que parece satisfacer mejor las intenciones de los dos. Sin duda la película de Cantet es de las que invitan a la discusión, a tomarse una cerveza después del cine y plantearse los pros y contras del asunto. Desde los que piensan que es una manera digna de ayuda hasta los que encuentran despreciable que se admita mejor en hombres que en mujeres (y viceversa), las posturas se multiplican y hablan de lo mejor y peor de nosotros mismos. Sólo por ello ya merece la pena pasarse por la sala a ver Hacia el sur.



Charlotte Rampling, protagonista de Hacia el sur


La película desde la perspectiva del director

Primero está el descubrimiento accidental de Haití en enero de 2002. Fui para ver a alguien; en ningún momento imaginé que rodaría una película allí. No conocía el Caribe. Me quedé una semana y, cuando me fui, estaba seguro de que volvería. Solo me dio tiempo a que me invadieran una multitud de sentimientos extremos, desde la fascinación a la rebelión, pasando por una extraña inquietud y por el desaliento más total frente a tanta miseria. A pesar de ver a gente viviendo en situaciones muy duras, no pude evitar sentir la sensualidad que destila el país, la indolencia. Esa paradoja no tarda en convertir el estatuto de extranjero en algo molesto: a pesar de la dureza de lo que se ve, a menudo se tiene la impresión de estar en un paraíso perdido, tan perdido que incluso da vergüenza frente a la realidad de la isla.

En el avión de regreso, leí el libro de Dany Laferrière, "La chair du maître". Aunque los relatos transcurren en los años setenta, al leerlos me volvieron las sensaciones que había sentido estando allí: la cercanía de algo maravilloso e inaceptable, de la despreocupación y de la tragedia, de una gran simpatía y de una violencia siempre a punto de estallar. Sin duda, el hecho de que a menudo se hable del forastero que descubre el país me ayudó a que los relatos fueran más accesibles.

DEL RELATO AL GUIÓN. Entre la veintena de relatos que conforman el libro, "HACIA EL SUR" me enganchó por la forma. Está construido a partir de los relatos autónomos de diferentes personajes. Relatos contados en primera persona que parecen confesiones más que una historia dramática. Haber escogido este relato es paradójico ya que el proceso está muy alejado del método cinematográfico. Sin embargo, también me permitía construir un auténtico guión alrededor de la trama. La película podía nacer a partir de la historia sin por eso ser una copia. También me inspiré en otros dos relatos del mismo libro, "La maîtresse du colonel" y "L'après-midi d'un faune".

Siempre tuve muy claro que quería conservar los monólogos. En primer lugar, por respeto al relato y también para que cada una de las mujeres tuviera la posibilidad de hablar con sus propias palabras y sin rodeos de sus relaciones con los hombres. Me conmueve escuchar a Brenda hablar de cuando conoció a Legba. Se nota que le cuesta encontrar ciertas palabras, pronunciarlas. Pero también se nota el placer que siente al hacerlo. Y el placer de contarlo la lleva - y a nosotros de paso - a lo que sintió aquella crucial tarde.

Los relatos de Dany Laferrière se responden entre sí. Los personajes reaparecen, las historias siguen y se cruzan. Así pues, a la hora de escribir el guión utilizamos un método bastante parecido al suyo al asociar varios relatos y convertirlos en una sola historia. De hecho, hace poco que ha reescrito "La chair du maître" para volver a publicar la colección de relatos bajo el título "HACIA EL SUR", seleccionando las historias que se refieren a cómo los extranjeros ven Haití y añadiendo algunos relatos inéditos. Conocer a un escritor que tiene una relación tan dinámica con su obra me liberó para hacer la adaptación, algo totalmente nuevo para mí. Me sentí más libre.

RIMAS Y TRAYECTORIAS. Cuando Legba interrumpe el baile de Eddy con Brenda, el niño le dice: "No eres mi padre". Y cuando Ellen le propone que la acompañe a Boston, Legba le dice: "No eres mi madre". Inmediatamente después, va a ver a su verdadera madre.

Este sistema de remisión también es válido para los personajes. Se crea un lazo entre la joven del aeropuerto al principio de la película, a la que su madre quiere entregar a Albert, el encargado del comedor del hotel, y la joven de la limusina. También coinciden las trayectorias de Brenda y de Ellen, como si Brenda, al final de la película, empezase el recorrido que Ellen abandona al decidir volver a casa.

HAITÍ. No me gustan las generalidades. No tenía ganas de crear un país imaginario, una entidad llamada "sur", y otra simbolizada por las mujeres del norte. Es importante nombrar el país, definir el marco, el periodo. No quería hacer una parábola contemporánea.

El prólogo del aeropuerto con la madre y la hija introduce la dimensión de fábula, una tradición cultural muy arraigada en Haití, incluso cuando se intenta que todo parezca muy real. Esa mujer, al contar su historia, propone uno de los temas de la película: un cuerpo que ofrecer. Su rostro y su historia cristalizan la realidad de la isla y permiten descubrir la isla antes de la llegada de Brenda y del arranque de la ficción. El cristal separa el mundo de la anciana del de los turistas blancos que acaban de llegar.

En cuanto al decorado del hotel, preferí inclinarme hacia la postal, el anuncio publicitario porque, a pesar de los estereotipos, todos podemos simpatizar con las ganas de ver el paraíso. Cuanto más perfecto el lugar, más fuerte, más crudo es el contraste con los alrededores, aparte de que no se filma del mismo modo. En el hotel, el ritmo es más lento, son planos más estudiados. La puesta en escena está contaminada por la languidez tropical. Para que cada salida al exterior del recinto hotelero sea una auténtica sorpresa, se ha eliminado cualquier tipo de unión entre los dos espacios, algo que se impuso por sí solo nada más empezar el montaje.

LO ÍNTIMO Y LO SOCIAL. Siempre me han interesado los entrelazamientos entre lo íntimo y lo social. Es posible que se note más en esta película. Por una parte, la intimidad es aún más íntima dado que se habla de la pareja y de su relación con el cuerpo, con el deseo y la sexualidad. Por otra parte, la política es más global (la dictadura, la violencia social, las relaciones norte-sur). La película subraya la pobreza social de unos y la pobreza sexual de otros, mientras observa lo que puede ocurrir cuando ambos mundos se encuentran.

TURISMO DE AMOR. Lo que me interesaba del relato y de todo lo que escribe Dany Laferrière puede resumirse como sigue: no se trata de pobres víctimas de un lado y de cabrones manipuladores de otro. En el relato "HACIA EL SUR", hace hincapié en que todos encuentran algo. Las estadounidenses van a pasar quince días a Haití para olvidar la realidad de una vida en la que no disfrutan. Pueden jugar a ser millonarias, algo fácil en un país con un nivel de vida tan bajo y, sobre todo, volver a encontrar el poder de seducción que ya no tienen en Estados Unidos. El hotel es una burbuja que las protege del resto del mundo y, a la vez, les permite cualquier descarrío. Legba va al hotel por lo mismo, para olvidar las preocupaciones de su vida diaria, para huir de los "tontons macoutes" (el apodo de la policía de Baby Doc), contra los que nada puede hacer, apartar de su vida la historia de su amiga a quien ve en la limusina, escapar de su madre... En una relación en la que entra la prostitución - Ellen mete dinero en el bolsillo del pantalón de Legba después de pasar la noche juntos - también cabe una enorme ternura. Para Legba, el hotel es el único sitio donde le escuchan, donde le miran como a un hombre, donde puede sentir su dimensión humana sistemáticamente negada en el exterior. Hay un auténtico intercambio entre él y las mujeres. Es posible que se hable de turismo sexual al comentar la película. No es que me asuste la expresión, pero me parece más seductora la de "turismo de amor".

EL DESEO DE LAS MUJERES: ELLEN, BRENDA Y SUE. Después de "Recursos humanos" y de "El empleo del tiempo", ambas centradas en personajes masculinos, me apetecía enfrentarme a personajes femeninos aunque fuera mediante un hombre, Legba, y a través de mi sensibilidad masculina y la de Dany. Me gustó mucho pensar en femenino, escribir diálogos en femenino.

Al principio, Brenda parece una persona inmadura, una adolescente romántica que sueña con el príncipe azul convencida de que Legba es el gran amor de su vida. Pero cuando cuenta su primer orgasmo, demuestra una auténtica madurez en el vocabulario, algo inesperado que anuncia el camino que escogerá.

Cuando empieza la película, en el coche que la lleva al hotel, no sabe cómo reaccionar frente al niño que intenta venderle chicle. Se limita a un torpe gesto de impotencia. Por suerte, la ventanilla la separa de la realidad. Es posible medir el camino que ha recorrido al verla en el mercado con Legba. Por fin parece haber sintonizado con lo que la rodea.

Durante la escena de la playa, ELLEN parece ser la que lleva la batuta; es la reina del baile, está por encima del resto. Analiza y comenta los motivos de cada uno, hace el papel de juez y participante. La construcción de su monólogo es muy significativa. Ve sus vidas y sus actos de modo muy lúcido. Es consciente del abismo que separa a la mujer a la que interpreta de la que es en realidad. También es la única en señalar al puritanismo estadounidense del que huye cada verano y al que regresará muy a pesar suyo al final de la película, por lo que su renuncia es aún más trágica.

SUE es la excepción. Su relación con Neptune es casi la de una pareja cualquiera. Los dos tienen casi la misma edad. Él es pescador, y cuando regresa tarde del mar, se tumba a su lado esforzándose en no despertarla. Es la única que intenta hablar criollo. Muestra a las otras mujeres cómo podría ser su relación con los hombres de este país.

ELLEN Y LA UTOPÍA DEL AMOR. Ellen habla de la vida en el hotel como si fuese un mundo de ensueño donde nadie pertenece a nadie, donde los intercambios no están codificados de antemano. Es sincera, quiere creer que es así, y lo demuestra sugiriendo a Legba que lleve a Brenda al centro o incitando a Brenda a pasárselo bien con los chicos. Luego, hablando de Legba, dice: "Él decide". Me gusta mucho esa frase, sobre todo la manera en que Charlotte Rampling introduce un tono de orgullo. Es una auténtica demostración de amor.

Esta utopía solo puede desarrollarse en un lugar como el hotel, un recinto cortado del resto de la isla y de la vida cotidiana de Legba. La película no intenta profundizar en los celos que sienten las dos mujeres, sino en la ceguera potencial de la que los turistas suelen ser culpables ante una realidad demasiado molesta para mirarla de frente. Lo asume (o al menos, así lo cree). De hecho, reconoce salir lo menos posible y que cuando lo hace, siempre le pesa. De ahí el terrible asombro que siente al ver los cadáveres desnudos de Legba y de su amiga en la playa del hotel. El mundo exterior del que se defendía ha llegado hasta ella. No sé si hacían el amor, pero es importante que Ellen lo vea y lo crea.

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Links aconsejados :
www.trovarelamerica.org
www.golem.es/haciaelsur/trailer.php

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