El dátil
destila almíbar para un poema amoroso
arrullo de tórtola
entre los pendones
blando diván
incienso
un jardín del placer
esculpido en mármol
que ahora luce sus medallones
en la sala del tocador.

Joyas
todas selectas
alguna puede ser misteriosa
ebúrnea
inasible
allí no destella ningún espigón de esmeralda
raro
todo resplandece como el mediodía
un pórfido rojo en sello lúdico
ninguna clavícula
invisible
turba
la belleza del reflejo
y el Líbano ofrece el cedro
madera rojiza
circunda aquel pendón ondeante
no se encuentra allí el anillo cátaro
ni existe la posibilidad
que un capitán descienda en paracaídas
para atrapar
monedas antiguas acuñadas sin prensa
y con frágil cordoncillo
un férreo baúl oculta aquel tesoro.

El sabio
lo circunda el temor divino
constante
unido
a la cadena creadora del universo
navegando a través de las galaxias
la flor púrpura
esquiva en un instante
al incógnito agujero
negro como la noche
que la arrastra hacia lo magnético
en colérico torbellino
agilidad de ángel
la preserva erguida
ante la absorción feroz de aquel vértigo
la litera de Salomón asciende ungida con bálsamo
traspasando el límite donde florece la tarde.

Jorge Ángel Luna Rosado
Colombia