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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 2005-07-07 | [This text should be read in espanol] |
Nuestra isla tiene cierta tradición y un pasado esplendor como Astilleros Reales de la Marina.
Aún en la actualidad uno de los motores de la economÃa es la maquinaria pesada naval. Esa es nuestra principal actividad y orgullo. También nuestras planicies nos enorgullecen, son ricas en vegetales y granos. Y por supuesto las ovejas. Que sin ellas no tendrÃamos nombre. Nuestra principal ciudad es Scheernes-on-sea, y nuestra isla está ubicada a sq 30 millas, en la boca del Támesis, al sureste de Inglaterra. La separa del continente el estrecho The Swale, dónde existe el segundo de los puentes ferroviarios en su tipo en el mundo: Kingsferry. Alguno de nuestros más destacados hijos son: Joseph M. William Turner, pintor que nos inmortalizó en un óleo sobre lienzo del año 1807, de 143.5 por108.6 centÃmetros, titulado: "Scheernes y la Isla de Sheppey". Y Robert Shurland, cuya tumba se encuentra en nuestra Iglesia y Ministerio de finales de la séptima centuria. Robert es un personaje del relato de R. H. Barham's "Ingoldsby Legends". Siguiendo con Scheernes, es una ciudad frente a otras dos: Gilligham y Sittingbourne, en el continente; y que fue importante base naval creada en la decimoséptima centuria para rivalizar con Rótterdam y Amberes, como estratégico puerto de aguas profundas. A las actividades de la Armada Real, le debemos agregar la pesca. Y su gente de mar ruda y tosca. Pese a que la mayor parte del año el clima es cambiante y brumoso, nuestras playas son muy apreciadas, como lugar de veraneo. Nuestros ritos tienen poco que ver con los que se practican en, por ejemplo Picadilly Circus o Nothings Hills. La hora más importante del dÃa para nosotros no es el té de las cinco de la tarde. Nuestro lugar de encuentro y amistad es en el pub. Tomamos nuestras pintas de buena cerveza, charlamos a los gritos con acento cerrado similar al cooknie, tiramos los dardos al blanco y contamos nuestras historias inverosÃmiles de mares bravÃos y peces mitológicos. Las historias más celebradas tienen que ver con navÃos de guerra. Por ejemplo un motÃn que puso en peligro a los civiles de la isla. Los amotinados en The Nore. Y algunos barcos fantasmas, como el "Richard Montgomery" que encalló en nuestras costas con su carga letal, 50 toneladas de explosivos y sus respectivos fulminantes; y nunca más se irÃa. Las historias truculentas se remontaban al tiempo de los Vikingos, por el año 664 A.C., cuándo llevaban a cabo pillajes y secuestros, o el dominio de los Romanos por un tiempo corto. Pero los hechos extraños también ocurrÃan por nuestros dÃas. La historia más reciente aún no tiene solución. Pero mejor comienzo por el principio. Era una mañana inusualmente soleada y lÃmpida. La mayorÃa de las casas están hechas de piedra con techos de pizarra. La nuestra era de madera. Pues bien. no solo los navÃos necesitaban cada tanto un mantenimiento y calafateado. Las casas que están expuestas al viento marino y son de madera necesitan una especial atención. Estaba sobre mi escalera trabajando con una espátula. Removiendo la sal marina y las costras de pintura descascarada. Luego de este proceso, se aplica un agente para ablandar lo que queda de pintura y se lija en profundidad. Después se pasa una pintura especial contra los bichos que carcomen el maderamen, y por último la pintura. Que Mrs. Milicent habÃa decidido que fuera verde oscuro. Bien inglés, nada irlandés. Entonces estaba con mi espátula en pleno trabajo, cuándo paso el Rover de la policÃa rumbo Garrigan`s Beach. Nuestro pueblo aún conserva su aire rural. Y en las ocasiones en que llueve seguido, el único medio de acceder a los parajes es con estos vehÃculos todo terreno. Bien.me estoy distrayendo otra vez. Desde mi posición privilegiada pude ver en la playa un movimiento inusual de gente. Sobre todo en nuestro tranquilo pueblito. Me bajé de la escalera y dejé mi herramienta, y fui en dirección al gentÃo. Caminé a buen paso las dos cuadras que me separaban. Entonces lo vi por primera vez. Era un muchacho altÃsimo, desgarbado, rubio y de ojos claros. Su imponencia fÃsica no ocultaba cierta delgadez. Estaba vestido y calzado, pero completamente empapado como si recién lo hubieran sacado del mar. Y debido a esto, o vaya a saberse por que otro motivo, al verlo uno tenÃa un sentimiento dual. Por un lado uno admiraba su fÃsico privilegiado, por el otro daba una sensación de vulnerabilidad y fragilidad. Nuestro pueblo costero tiene la peculiaridad de que sus habitantes se conocen desde siempre. El cartero que hace el reparto en bicicleta, por ejemplo, nos conoce por nuestros nombres o apodos. Y si llega algún forastero nos enteramos casi de inmediato. Nadie conocÃa al muchacho. Nadie sabÃa de él, por lo menos no antes de aquella mañana. Se lo llevaron a la comisarÃa, y luego me enteré, lo derivaron al hospital. A la noche en el pub, comenzarÃa a saber más cosas. -¡Ey!... ¡Pete!... por aquÃ. ¡Por aquÃ! -¡Marc!... ¡Trae dos pintas por aquÃ! -¿Te has enterado de lo del naufrago? -¿Dónde fue el naufragio? Donald decidió tomar la palabra, nosotros lo miramos expectantes: -Muchachos. calma. calma muchachos. les voy a contar lo que se. El muchacho todavÃa no se sabe que es. No ha habido ningún reporte de naufragio. Tampoco nadie recuerda haberlo visto anteriormente en el poblado. Lo que es peor no habla. -¿No habla?-Preguntó Marc. -La adorable Mrs.Peabody, que trabaja en el hospital, me dijo que parece sufrir amnesia-Siguió hablando Donald-No han logrado hacerlo hablar. Parece que mañana van a venir algunas personas que dominan otros idiomas, para estimularlo. La gobernanta Ms. Molly le habló en francés. pero el tipo nada. -Esto es realmente extraño-Acotó Pete. -Los médicos le han provisto de papel y lápiz, para ver si escribÃa algo. y el tipo lo único que hizo fue un dibujo. Dibujó un piano. -Debe de estar loco, seguro que intento suicidarse y fracasó-Dijo Marc. -Mañana le van a traer un piano al hospital. a ver que pasa. Ahà quedamos intrigados hasta la noche siguiente. Yo seguÃa bregando con mis pinceles, lijas y pinturas. Y el dÃa se me hacÃa extremadamente largo. Esa noche en el pub, Donald nos relató las novedades: -Mrs.Peabody me contó algo increÃble, le llevaron el piano. y tocó cuatro horas seguidas. Música clásica. ¡Sin parar!... en especial de un tipo llamado. Tarkovsky. Travskosky. o algo asÃ. -Tchavskosky-Dije secamente-un músico ruso. -¡Ah!-Dijeron varios. -De todas maneras-Siguió Donald- los intérpretes no lograron hacerlo hablar. Ni alemán. ni polaco. ni ruso. en fin, no habla. Los isleños tenemos una caracterÃstica casi genética. Somos huraños y hoscos. Poco comunicativos con los extraños, para integrarse hace falta tiempo y mucho esfuerzo, si se es un forastero. Pero aquel sujeto misterioso surgido de las aguas, hizo que cada uno de nosotros lo adoptara casi como a un hijo en problemas. Mrs. Mildred., la repostera le habÃa alcanzado un strudel, pensaba que si el joven era alemán ese postre tal vez le ayudara a recuperar la memoria. Y Mrs. Peabody lo habÃa acompañado a una recorrida por la calle principal, hasta la iglesia. Aquà ocurrió algo tan emotivo como raro. El muchacho entro y caminó hasta el altar. Luego se acercó al órgano y sentándose frente a él, extrajo del instrumento las más dulces y sentidas notas, que hicieron llorar a Mrs. Peabody a mares. Algo habÃa cambiado en nuestro pueblo tranquilo. Ya no era tan calmo. Un equipo de la BBC habÃa llegado hacÃa unos dÃas. Ahora estaban llegando algunos periodistas más. La NBC realizaba notas para la televisión americana. El ritmo estaba cambiando paulatinamente, y a los lugareños no nos causaba gracia. A la noche, mientras hacÃamos la habitual ronda de cerveza, comentamos algunas novedades más. Por supuesto Donald dominó la conversación: -No hubo ningún progreso. No sabemos nada de nada del muchacho. Un polaco dijo que trabajó con el en ParÃs, el tipo es mimo y dijo que el muchacho era polaco y tocaba un órgano. Pero el tipo que el nombró apareció en Varsovia. ¡Estamos como al principio!... o peor. Ahora los periodistas están cada vez más pesados. -¡Si!...uno me quiso sonsacar no se que cosas de Mrs. Peabody-Dijo Pete-¡Están por todos lados!...espero que esto termine rápido. -A mi contaron una historia. terrible-Comenté- Ms. Molly pudo conversar con una intérprete llamada Ingrid. o algo asÃ. La mujer dijo que el muchacho le habló. en alemán y que también habla inglés. Le contó algo de un monstruoso experimento en el que parece que estaba involucrado su propio padre. Una historia trágica. pero que según lo que escuche es posible. -Yo escuché otras cosas-Dijo Marc-Pero creo que ahora lo único que vamos a lograr es alimentar un mito. más que saber la verdad. No creo que Marc lo supiera en ese momento, pero su frase serÃa premonitoria. Yo casi tenÃa ganada mi partida contra las rústicas maderas del caserón. Unas pocas manos más de pintura y mi trabajo llegarÃa a su fin. Entonces, subido a mi escalera, creo que lo vi partir. Un vehÃculo de New Scotland Yard, escoltado por varias combis con periodistas, llegó desde la dirección del hospital. Esa mañana la calma volvió al poblado. Lo que no cambió fueron los rumores. Algunos decÃan saber que el muchacho habÃa sido trasladado a Londres. Otros que su padre un famoso músico alemán lo habÃa venido a buscar. Pero yo prefiero una que me contó el hijo de Mrs. Peabody. Esa mañana el muchacho se levantó temprano y se sentó al piano. Comenzó a tocar "La Polonesa" de Chopin. Jamás la habÃa incluido en su repertorio. Luego se hizo el silencio. Cuándo Mrs. Peabody y los médicos llegaron, encontraron la habitación vacÃa. La ventana abierta y el camisón tirado en el suelo. Hay quién dice haberlo visto corriendo por Garrigan`s Beach rumbo al mar, desnudo. Esta noche en el pub seguro escucharé otras historias. Y yo les puedo contar de unas huellas en la arena húmeda, que temprano encontré en la playa. |
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