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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 2006-12-14 | [Acest text ar trebui citit în espanol] |
Luego de la cena Esteban se dirigió hacia su sillón para proseguir con la lectura de La montaña mágica de Thomas Mann. Eran casi las 23. Todas las noches tenÃa la costumbre de leer antes de dormir, al menos por tres horas. ParecÃa que de esta forma habÃa domesticado ese insomnio que dos años atrás, lo habÃa tenido a mal traer. Asà mismo su salud habÃa mejorado considerablemente, aunque extrañaba mucho en esas ocasiones, el whisky y el tabaco, que los tenÃa terminantemente prohibidos, por orden de su médico de cabecera. Mientras se paseaba por las letras del libro y escuchaba como fondo la Novena SinfonÃa de Beethoven, su mujer procedÃa a acostarse.
Como era su costumbre se fijó en el número de la página por la que iba, sorprendiéndose que siempre fuera la 213. En ese momento le dio la sensación de que su lectura estuviera suspendida, resultándole bastante difÃcil seguir avanzando, como que su atención hubiese sido alterada por algo, cuando desde la calle se escuchaba el persistente sonido de una ambulancia. Esteban se levantó de su asiento y se dirigió hacia la ventana para presenciar que ese móvil de emergencias médicas , se habÃa detenido frente a su casa. Pensó entonces que seguramente habrÃan venido por la anciana vecina del domicilio de enfrente, cuando sintió que tocaban en su puerta, interrumpiendo la melodÃa de Beethoven. Cuando se disponÃa a bajar para atenderlos, escuchó que su mujer ya lo estaba haciendo. -Por favor –dijo ella, señalándoles el lugar - atiendan rápidamente a mi marido. Pasados unos minutos Esteban escuchaba decir: -Lo lamentamos mucho señora, su esposo ya ha fallecido, aparentemente de un pico de presión arterial. Mientras tanto, uno de los médicos recogÃa del suelo, un libro abierto en la página 213.
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