Dedicado a mis ancestros, materializados en mis abuelos Justo Antonio Trejos Trejos y Eugenia María Vega Tejedor, pero manifiestos en un sínnumeros de tíos abuelos, bisabuelos, primos, y todos los campesinos y pueblerinos de Santiago y de Veraguas.

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Crecí escuchando acerca de La Noche de Placita, en mi natal Santiago de Veraguas.

En 1983 fui testigo de un intento de revivir las mismas, pero éste sólo duró hasta 1985.

Luego, a principios de la década pasada, empezando el Siglo XXI hubo otro intento de revivir la Noche de Placita, fallido también.

Para entender el espíritu del cual surgió lo que llamamos Noche de Placita, es importante entender la Solidaridad del campesino de esa región de Panamá, a inicios del Siglo XX.

Mi abuelo me cuenta que en esos tiempos no se cercaban fincas, que cada quien tenía su ganado que pacía libremente en un área que abarcaba las cuencas de los ríos Conaca, Cañazas, y otros afluentes del Santa María, en un área que puede ir de la actual Raya de Santa María hasta el actual barrio de San Martín, en Santiago de Veraguas.

De igual forma, existía el "pago del peón", las juntas de trabajo, la auto-gestión solidaria. ¿Qué significa esto en español? Que existía un trato de iguales, en el cual un campesino trabajaba en la siembra, por ejemplo, de arroz de otro y luego, este último le devolvía gentilezas al primero. Existía vida de comunidad, no se esperaba que un gobierno lejano arreglara las cosas.

A manera de ejemplo, recuerdo en mi niñez a mi abuelo convocando a una junta de hombres - adultos, adolescentes y niños - acarreando piedra y construyendo un puente que era necesario para la comunicación de 2 caseríos del área cañera del distrito de Santiago, en la provincia de Veraguas.

Esto fue cambiando y deformándose con el tiempo. Hubo desmontes masivos, se desincentivó esta propiedad comunal, este espíritu comunitario, se incentivó el cercar y titular latifundios - y minifundios - para explotaciones, surgiendo la mano de obra subordinada al gran señor, propia quizás de otras partes de la provincia.

Reflexionando en voz alta, creo que el movimiento cooperativo tuvo tanto éxito en Veraguas, porque la solidaridad había quedado de algún modo en la memoria profunda, en la genética instintiva de estos hombres, mis paisanos.

En este sentido empezamos a entender las historias de los viejos - casi todos muertos ya - que nos cuentan que todos los campesinos de la región convergían en la Placita San Juan de Dios de Santiago de Veraguas, cada comunidad traía una muestra de lo que producían, a manera de comidas, bebidas, dulces, frutos de la tierra, que se intercambiaban de manera espontánea, un reflejo de la Saturnalia, que llego a la Península Ibérica proveniente de Roma, y quizás los antiguos Celtíberos la celebraban. Esto se sumó al espíritu solidario aborigen, en nuestro mestizaje. Esta fiesta de campesinos, hispano-indígenas, donde cada caserío se relacionaba ocn el otro, surgían uniones matrimoniales al calor de las danzas, celebrando la comida, la bebida, la alegría y la vida.

Empezando el año, el Día de la Epifanía, el Día de los Reyes Magos, todos estos campesinos fueron construyendo esta Tradición cuyos ecos aún escuchamos, resuenan en nuestros oídos del Siglo XXI.

Luego, como comenta el escritor Changmarín, en una muy buena nota que escribiese la periodista Marizenia Ábrego para el Diario Crítica Libre el 4 de febrero de 2001, la burocracia empezó a atacar la celebración, la gente comenzó a vender sus productos, hasta que un buen día, el Alcalde Leoncio Pardo (no Prado, ojo), prohibió la celebración.

Las cosas no surgen si no existe un grupo de personas que tengan una misma motivación interna. No se puede forzar una Noche de Placita si esa Solidaridad se ha perdido, si ya no se siente la Saturnalia, si hemos sido absorbidos por esa vorágine mercantil, que nos deja huérfanos de Identidad, a la deriva en el Globo.

Quizás una mayor sensibilización nos lleve a rescatar esos valores campesinos que nuestros paisanos jóvenes de hoy dia desprecian a medida que se sofistican. Recordemos las palabras de Joan Manuel Serrat, al hablar con Simón Díaz, poco más o menos esto: Cuando 2 provincianos se encuentran, no importa de dónde sean, se entienden inmediatamente, es por ello que el ser provinciano es el ser más universal.

Edilberto GONZÁLEZ TREJOS
6 de enero de 2010