¿Por qué no imaginar posible, después varios siglos de hegemonía soviética, la conversión de un nuevo Constantino?
Nicolás Gómez Dávila


Después de varios siglos de hegemonía soviética
con alivio de brisa fresca de Perestroika,
-paréntesis apacible de página turbulenta-;
el Mar Mediterráneo se agita de nuevo
y como la historia siempre brinda una ánfora de ironía
es posible que de ese mar picado
salga la conversión de un nuevo Constantino.

La antigua tapicería de Flandes
puede servir para fabricar el dosel imperial,
y los trirremes de una inédita federación báltica;
estarán bajo el mando de un príncipe lituano
que será el timonel del pinar nórdico.

Y navegando por aguas del sur se unirán con alborozo;
a los esquifes de la hipotética confederación danubiana.

Las dilatadas estepas del corazón de Asia
serán jardines colgantes del desierto,
en esa corte no anidará ningún maléfico Rasputín;
el nuevo Constantino sólo obedecerá al símbolo de batalla
la divisa con la que vencerá.

La púrpura del estandarte del barón báltico
será de ese color punzante al mediodía;
cuando adorne a la insignia del paladín danubiano.

El péndulo político de la historia
hace posible la utopía imposible,
el espectador incrédulo cree que es espejismo;
así los sucesos llenan una página en blanco
con hechos jamás narrados por ningún autor.

Después de varios siglos de hegemonía soviética
es posible la conversión de un nuevo Constantino,
la ironía histórica a veces justifica lo injustificable,
rebasando a la poesía con arrollador ímpetu
de bólido metálico.

Jorge Ángel Luna Rosado
Pintor y poeta colombiano