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Jugando con Fuego
prose [ ]
Ironías

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by [MujerSol ]

2007-01-17  | [This text should be read in espanol]    | 



Corrí desesperado por las polvorientas calles de la frontera, hacía más de una hora que el sol se había ocultado lo que me permitía esconderme entre las sombras. Aquellos que me perseguían cada vez estaban más cerca, podía oír cómo se gritaban unos a otros que no me dejaran escapar

Llegué a los limites de mi barrio, ahí no podrían conmigo. Tenía a la vista el foso del relleno sanitario, sin fuerza, rodé entre los desperdicios, unos metros más y estaría en el deshuesadero de autos. Llegué allá arrastrándome entre los viejos fierros, escondiéndome entre llantas y asientos oxidados. Ahí no me encontrarán, estaba seguro.

El frío me quemaba la piel, eso me hizo darme cuenta que la noche ya había caído, por primera vez en mucho tiempo sentí miedo y soledad. Me abracé las rodillas, cerré los ojos y no pude evitar sollozar.

-------------------------------------------------¡No te muevas infeliz!
----------------------------------------------No te muevas o te lleva madres.
--------------------------------------------------Abre la caja y pon en esta bolsa toda la lana.
------------------------------------------------------------- ----------------¡Muévete!

Las palabras del “Huachinango” retumbaban en mi mente una y otra vez haciendo más profundos los sollozos. ¡Si supieran! ¡si supieran! Que sólo me habían dejado, a pesar de que teníamos la misma edad, él siempre me cuidó. Y ahora estaba ahí debajo de un montón de autos decrépitos llorando como una niña, sintiendo como el miedo me clavaba cada una de sus uñas en el alma. ¡Qué cansancio sentía!

El chico del mostrador estaba paralizado ante los pavorosos cañones que le apuntaban directo a la cabeza. Impaciente el Huachinango saltó el mostrador y a empujones obligó al muchacho a abrir la caja para sacar el dinero. No supieron de donde salió Don Marcial, lo único que el Piojo pudo ver con perfecta claridad, fue el fuego que quemó el cuerpo de su amigo.

En ese instante, impulsado por el instinto de supervivencia salió corriendo a la calle y tras él Don Marcial, cuadras más adelante escuchó las sirenas de las patrullas, la cacería empezaba.

No Huachinango, no. Es muy arriesgado, ¿crees que le van a tener miedo a dos mocosos de 13 años por más problemáticos que hayamos sido? Una cosa es la comida que hurtamos para sobrevivir o las autopartes que robamos para vender y comprar nuestras raciones de resistol industrial, ¿pero asaltar el súper de Don Marcial? Es muy arriesgado, tu sabes que siempre esta armado.

No seas cobarde Piojo, todo lo tengo bien arreglado, mira.

Y de sus ropas sacó dos pistolas, eran hermosas, se veían nuevecitas. Pesaban un poco.

Él, tomó una y me dijo como usarla, en ese momento me contagie con su determinación. Pasaríamos de vándalos a verdaderos delincuentes, todos nos respetarían.

Y ahora estaba ahí, escondido entre hierros oxidados y ratas, con el recuerdo de mi amigo en la mente. Las luces y el estallido de los disparos, de nuevo mi amigo y su pecho perforado justo en el corazón.

¡Te lo dije cabrón! ¡Te lo dije, Don Marcial siempre está armado! Le gritaba una y otra vez, aunque bien sabía que no venía atrás de mí, sabía que aquella, había sido la última travesura del Huachinango.

El ulular de las sirenas policíacas lo puso en alerta. ¿Cómo era posible que estuvieran ahí, tan cerca?, pisándole los talones. Se tranquilizó pensando que su escondite sólo lo conocía él. No contaba con los perros policías, en menos de 20 minutos lo encontraron y lo hicieron salir derecho a las manos de los gendarmes.

Lo subieron a un auto al tiempo que le sacaban de la cintura aquella pistola nuevecita. ¡Que par de estúpidos!, dijo el tipo que lo esposaba.

Lo llevaron de regreso al súper, ahí estaba ya Don Marcial, había reporteros, fotógrafos, hasta las cámaras de televisión. Al verlo se abalanzaron sobre él, hablaban todos al mismo tiempo, los flachazos lo cegaban, no entendía nada.

Don Marcial se acercó con la mirada triste, raro en él, siempre fue un perro para proteger su negocio. Se acercó, me tomó de los hombros y me dijo al oído ¿realmente pensaban asaltarme con pistolas de juguete?


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